Summary-In recent decades of the 21st century, studies were recurrent in Latin America to address issues related to the formation of political and economic units, in other words, of subregional integration. Possibly as a result of the trade, strategic, economic and political conventions of MERCONORTE, MERCOSUR and UNASUR. This integrationist vision has given rise to numerous initiatives and projects, each with its own concerns, realities and contexts. The central purpose of this work is to show rapprochements, encounters, esttainments, unseatments and unseatments between Argentina, Brazil and Chile before the so-called ABC Pact of 1915. # I. Introducción s necesario comentar a nuestros lectores, que para comprender y explicar las relaciones diplomáticas que se dieron en el período abordado Brasil tuvo un proceso independentista sui génesis debido a que desde el ámbito político se puede considerar este proceso como de continuidad y no de ruptura. Por lo contrario, en líneas generales, las poblaciones que fueron sometidas por la Corona española, en el caso que nos ocupa, Argentina, se enfrascó en un enfrentamiento violento en contra de España que duró varios años y trajo como consecuencia su emancipación y pugnas políticas en su espacio territorial. Distinta fue la situación que se presentó en Chile, debido a que luego de la separación con respecto al Imperio español tuvo una considerable estabilidad institucional interna. La elaboración de este ensayo la dividimos en tres secciones. En el primero, nos aproximamos a la mirada y estrategia que plantearon Argentina, Brasil y Chile. Los continuos ítems, son la parte medular de este documento, abordamos los inconvenientes y roces suscitados entre estos países después de la tercera y cuarta Conferencia Panamericana. II. La Visión Política y Estratégica de Argentina, Brasil y Chile Fue a partir de la instauración de la república en 1889 que Brasil se interesó por establecer una relación cercana con América, especialmente con los Estados Unidos. La cordialidad entre estos y la preferencia del gobierno brasilero por el país norteamericano condujo a mantener una vez más el distanciamiento con Sudamérica. Esta estrategia apuntaba a liberarse de la influencia de Inglaterra. El objetivo de la diplomacia de Brasil, promovida por José María da Silva Paranhos, barón de Río Branco, quien se desempeñaba como ministro de Relaciones Exteriores, era realizar una alianza no escrita con Washington: [?] hacerse de un status de potencia regional bajo la mirada indulgente de Estados Unidos. También es la razón que explica por qué desde el inicio del siglo pasado la diplomacia brasileña reconoce que el hemisferio está controlado por Estados Unidos, pero que la gestión del subsistema sudamericano es su responsabilidad, condición compartida con Argentina; que, por otra parte, teme el desarrollo del liderazgo brasileño, anunciando así importantes dificultades en la relación bilateral. (Silvain, 2008, p. 790). La cordialidad le convenía a las partes involucradas, pues por un lado la nación del norte era el más importante mercado consumidor de Brasil, es decir, la economía brasileña dependía de las exportaciones hacia ese territorio. Así como a Washington por la estrecha relación diplomática y comercial que tenía Argentina a través su venta de carne y trigo con Gran Bretaña. (Baraibar, 2004). Esta cercanía se manifestó en la Primera Conferencia Internacional Americana, convocada por los Estados Unidos bajo la bandera del panamericanismo. Esta convención se desarrolló en Washington el 2 de octubre de 1889 y el 17 de abril de 1890, desde luego estuvo orientada al proyecto estadounidense financiero, comercial y político. (Mejía, 2012). Antes de las deliberaciones correspondientes los delegados latinoamericanos fueron llevados a visitar los centros industriales, con la idea de que estos tuvieran una impresión favorable del adelanto tecnológico y manufacturero, y así considerar de manera positiva el proyecto de un arbitraje obligatorio y la unión aduanera. (Boersner, 2004). A través del panamericanismo se forjó una supuesta identidad, el discurso estaba basado en dos mitos. El primero, en la zona geográfica de las Américas, que formarían un hemisferio apartado e inmune a los problemas del mundo. El segundo, la finalidad política, expresada en los regímenes republicanos que se diferenciaban de las monarquías europeas. (Conduru, 1998). Desde el punto de vista del propósito de la conferencia terminó en fracaso, porque la finalidad económica de establecer una unión aduanera continental no fue adoptada por la oposición de Argentina. Tal vez en el trasfondo la meta de los Estados Unidos en el continente era ver su poder de convocatoria y desafiar el predominio británico en América del Sur. (Morales, 2008). En cuanto al arbitraje obligatorio los delegados latinoamericanos estaban conscientes que este proyecto afectaría la soberanía de sus países y los colocaría bajo la tutela arbitral de la nación más fuerte del hemisferio. (Silvain, 2008). Los intereses y pugnas entre el Imperio inglés y Estados Unidos que buscaba su consolidación como nuevo poder hegemónico alimentaron las discrepancias y rivalidades de Brasil y Argentina, con sus concernientes repercusiones subregionales, por aceptar los "favores" de una u otra potencia. (Mejía, 2012). El favoritismo de Brasil por Norteamérica, permitió evidenciar que aceptó el corolario Roosevelt de la Doctrina Monroe, dejando a Washington la autonomía para actuar en el Caribe y América Central. (Silvain, 2008). Estos intereses geopolíticos y roces subregionales impulsaron la carrera naval y armamentista efectuada tras la Guerra del Pacífico. La noción de potencia militar implicaba una serie de conceptos culturales, superioridad racial, prestigio en las naciones y, sobre todo, el convencimiento que en el terreno naval la seguridad del Estado era proporcional a su poderío marítimo. De este modo, Argentina inició su carrera naval en 1896 con apoyo extranjero del rey Humberto I de Italia, quien ordenó a los artilleros Orlando y Ansaldo construir cruceros de más de 7.000 toneladas. A la par, los acorazados Varese y Garibaldi ondearon la bandera de la nación. En Chile hubo preocupación, el ministro de Hacienda, Zañartu, reconoció que había encontrado las puertas cerradas para concertar un empréstito en Europa que le permitiera seguir comprando armas y buques. Para solucionar la dificultad, el ministro logró un préstamo con el Banco de Tarapacá de 400 mil libras, y como esto derrumbaba el crédito exterior chileno, se disimuló la situación declarando que se trataba de una operación interna. (Garay, 2002). El arribo del general argentino Julio A. Roca a la presidencia, quien ocupó este cargo por segunda vez, buscó mejorar las relaciones de Argentina y Chile, debido a que, en la administración gubernamental de José E. Uriburu, se desató una carrera armamentista entre estas repúblicas. Roca implementó una modernización y preparación de las Fuerzas Armadas para asegurar la paz. En este marco, el 28 de octubre de 1898, días después de haber asumido como mandatario, se logró un acuerdo directo con Chile respecto al litigio en los territorios de la Puna de Atacama. En este clima de distensión, Roca afirmó ante su congreso que "Cuestiones que de tiempo en tiempo enervaban nuestras relaciones internacionales y que en ciertos momentos amenazaron con una ruptura violenta y con una guerra implacable que hubiera sido una vergüenza para la América y un escándalo para el mundo", en la práctica este acercamiento duró muy poco. (Fraga, 1994, p. 20). Debido a que los inconvenientes entre estas naciones aumentaron por los incidentes fronterizos, a los reclamos de la fundación de San Martín de los Andes, por la ocupación del Lago Lácar y a las incursiones policiales argentinas en Última Esperanza hizo reflexionar que una guerra estaba cerca. Empero, los créditos contraídos por los regímenes habían superado su capacidad financiera. Las bancas de Baring de Buenos Aires y Rothschild de Santiago de Chile, presionaron al gobierno británico para que detuviera la compra de más buques conllevando a los denominados Pactos de Mayo de 1902, el cual contenía de forma sucinta cuatro partes: 1) el acta preliminar, 2) El tratado general de arbitraje, 3) limitación de armamentos navales y 4) sentencia sobre los hitos demarcatorios en terreno. Los convenios tuvieron para Argentina una estrategia de aislar a Brasil que cada día incrementaba su poderío internacional con la supervisión de su ministro de Relaciones Exteriores y por su alianza con los Estados Unidos. Para Chile fue buscar canales de dialogo no solo para acercarse al país del cono sur, sino con la administración brasileña para contrarrestar la influencia norteamericana. (Garay, 2002). En los inicios de esta política se puede evidenciar la intención imperialista de Brasil que encabezaba Río Branco; la respuesta de Argentina fue comenzar a influenciar en la subregión mediante una política armamentista para contrarrestar al país vecino. (Morales, 2008). Esto no significó que en los primeros años de la administración gubernamental de Roca no se diera aproximaciones con el gobierno brasilero, debido a que visitó al reciente electo mandatario de los brasileños, Manuel J. de Campos Salles. Las intenciones del viaje fueron: El próximo paso de este sutil juego diplomático consistía en ir a Brasil. Aunque nada concretáramos allá, los chilenos supondrían que habríamos de dejar algún entendimiento acordado con el gobierno de Campos Salles y esta sospecha contribuiría a moderar sus impulsos bélicos. Cuanto más negáramos que se hubiera convenido alguna manera de alianza, menos lo creerían nuestros vecinos transcordilleranos. Por otra parte, era aconsejable estrechar vínculos con los brasileños, con quienes habíamos tenido roces por las secuelas de la Guerra del Paraguay y por problemas fronterizos. Desde que Brasil era una república existían más afinidades entre ellos y nosotros. Era una buena oportunidad para evidenciarlo. (Rosendo, 1994, pp. 21-22). A través de los canales diplomáticos se buscó un acercamiento con Argentina y Chile. Su embajador en Washington Joaquim Nabuco en 1902 declaró "Faço votos para que seja eterna, e cada vez maisestreita, a amizade entre a Argentina, o Brasil e o Chile". (Heinsfeld, 2012, p. 12). La prueba para Río Branco se presentó con el bloqueo naval impuesto por Gran Bretaña, Italia y Alemania a Venezuela por la no cancelación de las deudas contraídas. El ministro no dudó en identificarse con la posición neutral de los Estados Unidos quien fue notificado por los estados europeos interesados, ya que según él la Doctrina Monroe no estaba en cuestión, pues el bloqueo al puerto de la Guaira no implicaba la conquista territorial. (Clodoaldo, 2012). De igual forma, cabe mencionar que, en 1904, Río Branco le expresó al ministro argentino en Brasil, la necesidad y conveniencia de un acuerdo entre ambos países para poner fin a la revolución que había comenzado en Paraguay. Las razones aducidas fue el peligro de una intervención europea en suelo paraguayo, si se mantenía el espíritu revolucionario. Agregó que había recibido un telegrama del representante brasilero que se encontraba en Estados Unidos, donde decía que el gobierno norteamericano deseaba que los dos países colocaran todos los recursos de cordialidad para pacificar al Paraguay. (Del Pilar, 1998). El arbitraje del cuerpo diplomático de Argentina y Brasil contribuyó con el acuerdo de paz que se firmó el 12 de diciembre de 1904, convenio que más tarde se conoció como el Pacto de Pilcomayo, en el que los liberales rebeldes llegan al poder. (Monteoliva, 2000). En lo que Argentina se refiere, su representante en Río de Janeiro, Manuel Gorostiaga comunicó "bajo la administración del Dr. Quintana con el propósito de darle un carácter tri-partito, a cuyo fin, una vez fijados las bases entre la Argentina y el Brasil, seria invitado Chile a participar en él". (Del Pilar, 1998, p. 61) Manuel Quintana, quien arribó a la presidencia en Argentina murió en 1906, siendo sucedido por José Figueroa Alcorta que asumió una política contraria a su antecesor. El nuevo mandatario designó como ministro de Relaciones Exteriores a Estanislao S. Zeballos, el cual ocupó este cargo por tercera vez, y en esta oportunidad permanecerá hasta 1908. (Rosendo, 1994). # III. Acercamientos y Roces Después de la Tercera Conferencia Panamericana En 1906 se celebró en Brasil la Tercera Conferencia Panamericana, en Río de Janeiro, en su sesión inaugural asistió el secretario de Estado norteamericano Elihu Root, quien evitó deliberar la Doctrina Drago 1 y llegó incluso a declarar que su país podría renunciar a cualquier intervención militar en las naciones sudamericanas en caso del no pago de la deuda. Argumentó que abordar la doctrina podría ser interpretado como un contubernio contra los acreedores europeos y que por tanto este asunto debía ser tratado en la Segunda Conferencia de la Haya, prevista para el año siguiente. (Alsaldi, 2008). El tema principal para la diplomacia brasileña fue buscar su posicionamiento en el sistema interamericano, para conseguirlo tuvo que apoyarse en la política norteamericana a pesar de mantener una relación asimétrica especial. La historiadora Ilenia Gómez Tovar, afirmó con relación a la definición de la sede: En este escenario, Brasil adoptó una serie de principios innovadores que tuvieron como fin afianzar una supremacía subregional, la cual era promocionada a través de una buena relación con las naciones circundantes. De allí que el ministro y barón de Río Branco, encomiende la consolidación del espacio nacional mediante su efectiva ocupación y defensa, así como de la configuración de las fronteras, habiendo anexado al territorio más de 900.000 kilómetros, sin disparar una sola bala. (Mejía, 2012). Por sus cualidades personales de hombre de Estado, fue un enlace de continuidad y una expresión del potencial cambio, importante para entender la identidad internacional del Brasil. En este panorama, al resolver los inconvenientes de fronteras y consolidar la escala continental, permitió que sus sucesores priorizaran el desarrollo del espacio nacional. (Morales, 2008). 1 La Doctrina Drago establecía que ningún Estado extranjero podía utilizar la fuerza contra una nación americana con la finalidad de cobrar una deuda financiera. Fue anunciada en 1902 por el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Luis María Drago, en respuesta a la renuncia de los Estados Unidos a ejecutar la Doctrina Monroe durante el bloqueo naval al puerto de la Guaira de Venezuela. Evidentemente la escogencia de la sede para el desarrollo de las Conferencias Panamericanas estaba constreñida a las relaciones de intereses económicos, políticos e ideológicos que los Estados Unidos como país promotor de este modelo de integración, poseía con el resto de los países latinoamericanos, para de alguna manera facilitar la estrategia hegemónica planteada por la Casa Blanca a fin de lograr convenios satisfactorios a su política económica. (Gómez, 2011, p. 337). Al igual que Argentina y Chile la política brasileña realizó una carrera armamentista, luego de la humillación por el acontecimiento del buque Panther, cañonero que descendió a marineros alemanes para detener a sus desertores en un puerto de Brasil, hecho que violó la soberanía territorial, y aunque se solucionó el incordio mediante gestos diplomáticos, evidenció el impedir el hecho. Ni siquiera con los encargos efectuados por Brasil en años preliminares, de cruceros, cazatorpedero, acorazados de tipo Dreadnoughts, submarinos y navíos auxiliares, fueron suficientes para defender fronteras. Esto explica, por lo menos en parte, la disposición de encargar en 1908 dos acorazados, diez destructores, dos cruceros y tres submarinos, plan que tuvo también como objetivo el engrandecimiento territorial, aumento de misiones diplomáticas a nivel de embajadas y el logro de alcanzar el primer cardenal sudamericano. La reacción y respuesta del presidente argentino Figueroa Alcorta fue que no podían permitir que ningún país del hemisferio los aventajara en poderío naval, por lo que era necesario realizar sacrificios para aminorar la situación. (Garay, 2002). Otro factor que profundizó las tensiones es que Brasil intentó en las primeras décadas del siglo XX consolidarse como potencia subregional, y negoció el libre acceso de su café para el mercado estadounidense, a cambio de otorgar una tarifa ventajosa para el trigo norteamericano en su mercado. Esta maniobra la interpretó la diplomacia de la Argentina como una estrategia para impedir la colocación de su trigo en el Brasil. (Morales, 2008). Esto ocasionó en los medios de comunicación impresos de ambas naciones un debate, por los lados de Argentina se habló de reciprocidad comercial, la prensa brasilera manifestó que no había ninguna razón de tener una relación de prioridad con su vecino, debido a su limitado mercado de consumo para productos brasileros. Ante tales situaciones: En octubre de 1907 el ministro de Relaciones Exteriores chileno Puga Borne y el ministro plenipotenciario argentino en Chile Lorenzo Anadón, redactaron una propuesta de tratado que hacía énfasis en una alianza militar defensiva, en caso de agresión externa no provocada, la equivalencia de las fuerzas navales, la prohibición de decidir cualquier compromiso con otro Estado sin el conocimiento del otro. (Heinsfeld, 2012). Mientras tanto, en Argentina la tensión con Brasil se mantenía. Los ministros de Guerra y Marina de aquel país presentaron un plan de adquisiciones militares por costo de 150 millones de pesos. A la par, el ministro de Relaciones Exteriores Zeballos diseñaba y exponía un proyecto más imaginativo, donde exigía al gobierno brasilero dividir los buques cuestionados. En 1908 el secretario de Estados Unidos tiene una propuesta parecida, la de distribuir los acorazados, pero el régimen de Brasil se negó a la sugerencia, a pesar de tener relaciones cordiales con el país del norte. La reacción de Argentina fue ordenar la compra de dos Dreadnoughts para lograr el equilibrio naval en el Atlántico Sur. (Rosendo, 1994). La opinión del canciller argentino era que Brasil trataba de aislar a su país con el apoyo de los Estados Unidos, para ello era fundamental buscar acercamientos con Bolivia, Paraguay, Chile y Uruguay, este último con una seria disputa de soberanía en las aguas del Río de la Plata. (Monteoliva, 2000). No podemos aseverar tal afirmación, sin embargo, en noviembre de 1909, Brasil demostró su intención de un entendimiento con Chile. La firma estadounidense Alsop & Co., había obtenido derechos mineros del gobierno boliviano en territorios que después de la Guerra del Pacífico fueron reconocidos como chilenos. Esto representó que Chile no reconociera esos derechos, por tanto, los Estados Unidos mandó un ultimátum donde expresó que tendría que pagar una indemnización de un millón de dólares. Brasil a través de su embajador en Washington, Nabucco, a sumió la defensa de la nación aliada "Não posso compreender que uma reclamação pecuniária desta natureza valha mais que a política panamericana". La posición brasileña fue apoyada por Argentina y el proceso fue sometido a arbitraje internacional del rey Eduardo VII de Inglaterra, finalmente el régimen norteamericano dio un paso atrás y desistió de la exigencia. Este incidente sirvió para fortalecer los lazos y relaciones exógenas entre Chile y Brasil, el ministro plenipotenciario brasileño en Santiago, Gomez Fereira, reprodujo las palabras del ministro de Relaciones Exteriores de Chile "Chile nunca esquecerá inestimável serviço prestado por Brasil nesta emergencia". (Heinsfeld, 2012, pp. 17-18). Es importante tener en cuenta que los vínculos bilaterales entre Estados Unidos y los sudamericanos se plantearon de manera disímil. Chile se hallaba bastante distanciado de Washington con motivo de los incidentes que se habían protagonizado entre ambas naciones. Brasil estaba interesado en establecer un acercamiento con los estadunidenses. Argentina mantenía fuertes relaciones con Europa, las cuales respondían a situaciones coyunturales. En 1908 se produjo el notorio y controvertido episodio del telegrama cifrado N° 9 del 17-6-1908, el cual fue enviado por Río Branco al representante brasileño en Chile. Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Argentina, Itamaraty acusaba a su gobierno de imperialista, al contrario, la trascripción brasileña del texto decía que era vital una aproximación inteligente entre los gobiernos de Río de Janeiro y Buenos Aires. (Del Pilar, 1998). En el banquete que Río Branco le ofreció al funcionario argentino Roque Sáenz Peña, este último pronunció un discurso donde resaltó la complementariedad económica que existía entre la Argentina y el Brasil cuando expresó que sus naciones no eran competidores en la producción, ni mucho menos rivales, sino aliados económicos como fueron en el proceso político continental en el pasado. (Solveira, 2001). De igual forma, es significativo ponderar que de 1902 a 1912 el ministro Río Branco desarrolló una política exterior cordial con los vecinos sudamericanos, esta se basó en la creencia que un alto nivel de diálogo era imprescindible para asegurar la paz en la región. Específicamente con lo que respecta a las relaciones con Chile y Argentina, el discurso era la de mantener, fortalecer y preservar la convivencia pacífica. Con esta postura filosófica presentó el proyecto del tratado de cordialidad, inteligencia política y arbitraje para que fuera revisado por las tres naciones. (Conduru, 1998). El acuerdo estaba compuesto por 13 artículos, de forma breve podemos parafrasear que buscaba estimular el progreso de América y asegurar la paz, defender como clave la soberanía de los Estados, impedir la confrontación entre los firmantes; en caso tal esto no fuera posible se debía con anticipación declarar una guerra y evitar que en sus espacios territoriales se reúnan grupos inmigrantes que promuevan desordenes y guerras civiles. (Heinsfeld, 2012). Río Branco afirmó, el 20 de abril de 1909, en Itamaraty, que la paz era una condición básica para el crecimiento, desarrollo y prosperidad rápida de los pueblos. (Morales, 2008). Argentina, por su parte, usó tácticas dilatorias, pues se presentaban roces por la situación de Tacna y Arica, por lo tanto, pretendió no celebrar acuerdos que incomodaran al Perú. # IV. Acercamientos y Roces Después de la Cuarta Conferencia Panamericana La Cuarta Conferencia Panamericana se realizó en 1910 en Buenos Aires, Argentina. Allí se trataron temas menos conflictivos, como la construcción de un ferrocarril panamericano, el intercambio de profesores universitarios; el único avance notable que en esa reunión se dio fue la trasformación de la oficina comercial de las repúblicas americanas en la Unión Panamericana. (Alsaldi, 2008). En cuanto al ferrocarril, no se logró ninguna resolución que avanzara en su terminación, solo se adoptó una disposición que prolongaba la existencia del comité abocando la temática. En la conferencia la delegación brasileña propuso una moción de adhesión subregional a la Doctrina Monroe; el canciller argentino Victorino de la Plaza conversó con Charles Sherrill, ministro norteamericano en Buenos Aires, y con Henry White, jefe de esa misma delegación, la cual no arrojó satisfactorios resultados. Ese mismo año Brasil recibió dos Dreadnoughts, uno en Sao Pablo y otro en Minas Gerais; después encargó un tercero con el cual se rompía el equilibrio naval del Atlántico Sur, lo que llevó a Argentina a encargar también un acorazado. Para tratar de frenar esta carrera armamentista, que pesaba en su presupuesto, el presidente Sáenz Peña realizó en 1911 una ofensiva diplomática con el fin de distender la relación con Brasil. Por un lado, envió a una comisión oficial encomendada a Manuel A. Montes de Oca, y una privada encabezada por Ramón J. Carcano. (Rosendo, 1994). J. Carcano, se reunió con el presidente de Brasil Hermes R. da Fonseca y Río Branco estableciendo el llamado "acuerdo de caballeros" en donde renunciaron al tercer acorazado. Además, propusieron un plan de acción común entre ellas y Chile para asegurar la paz de América del Sur. (Monteoliva, 2000). Estos rumores de coalición llevaron a pretender un entendimiento entre Bolivia, Colombia, Perú, Venezuela y Ecuador, a fin de instaurar una alianza por el posible acuerdo. De 1911 a 1912 se da una guerra civil en Paraguay, quizás uno de los momentos más inestables de la política paraguaya. Este episodio creó la oportunidad para que Argentina y Brasil actuaran en la confrontación bajo el principio de neutralidad, garantizando al mismo tiempo los intereses de sus ciudadanos en el país vecino, así como la libre navegación por el río Paraguay. Sin embargo, no siempre hubo neutralidad de los militares y representantes diplomáticos, en particular de los argentinos, al respecto Río Branco, escribió: A Figueroa Alcorta se le culminó el período presidencial; asumió como mandatario de Argentina en 1910, Sáenz Peña el cual compartía ideas con Río Branco. Consideraba que la paz sólo podía sostenerse con el firme entendimiento con Brasil. Por ello procuró la formación de un bloque compacto subregional que se contrapusiera a la expansión de los Estados Unidos. (Morales, 2008). Estou convencido [de que] governo argentino não favorece revolucionários. Protecção que elles temtido será de particulares eespeculadores argentinos e estrangeirosseduzidos por promessasdos revolucionários. [O] Governo argentino informou-nos confidencialmente quepouco antes de romper a revoluçãovendeu a essegoverno mil fuzis e um parque de artilharia. (Monteoliva, 2000, p.143). Río Branco no pudo seguir más adelante con la iniciativa de la cordialidad, este murió. El dirigente argentino Sáenz Peña también falleció, esto no significó que sus políticas exteriores cambiaran de rumbo. El nuevo mandatario de Argentina Victorino de la Plaza y el canciller José Luis Marature mantuvieron los mismos principios internacionales. Esto se evidenció en el proceso llevado a cabo en el conflicto entre Estados Unidos y México 1914 por parte del ABC que condujo al Tratado del Niagara Falls. (Morales, 2008). Los regímenes sudamericanos en cuestión preocupados por el escenario bélico enviaron un telegrama, donde autorizaban a sus plenipotenciarios ofrecer sus buenos oficios para las partes interesadas en la solución pacífica del enfrentamiento. El presidente de los estadunidenses, Woodrow Wilson, contestó: [?] animado de los mejores y más cordiales deseos de la paz y prosperidad de la América, deseos manifestados en la nota en que tales oficios se le ofrecían para solucionar las presentes dificultades entre el Gobierno de los Estados Unidos y aquellos que pretenden ahora representar a nuestra hermana República Mexicana aceptaba tan generosa oferta, esperando que los mediadores podrían encontrar en quienes representan los diferentes elementos del pueblo mexicano, buena intención y deseos para discutir las bases de un arreglo satisfactorio y permanente. (Isidro, 1974, pp. 298-300). Aceptada la diligencia la administración norteamericana exigió la renuncia del general Victoriano Huertas, la formación de un régimen no provisional con la participación de revolucionarios, pero excluyendo a Venustiano Carranza y José Doroteo Arango Arámbula (Pancho Villa), y el armisticio de los ejércitos enfrentados. Huertas presionado por la invasión aceptó el arbitraje del ABC; sin embargo, la respuesta de Carranza fue categórica al negar la posibilidad de tregua, exigiendo a los mediadores no intervenir en cuestiones domésticas. (Yankelevich, 2007). A la conferencia en Canadá fueron enviados en representación de Carranza, Fernando Iglesias Calderón, José Vasconcelos y Luis Cabrera. El dirigente mexicano envió una delegación integrada por Agustín Rodríguez, Emilio Rabasa y Luis Elguero con amplios poderes; mientras que los comisionados estadunidenses Joseph Rucker Lamar, Percival Dodge y Frederick Lehmann, debían someter cualquier propuesta de acuerdo con el presidente Wilson, a través del secretario de Estado William Bryan. Las conferencias comenzaron el 20 de mayo de 1914, pero los representantes carrancistas no asistieron porque su posición era que el arbitraje tenía por intención resolver problemas internacionales y no asuntos internos de México. (Martínez, 2015). Los objetivos de las Conferencias del Niagara Falls, eran cinco. Primero, derrocar a Huertas. Segundo, terminación de la guerra civil. Tercero, establecimiento de un gobierno provisional integrado por elementos constitucionalistas bajo los auspicios del ABC y del régimen americano. Cuarto, convocar a elecciones. Y, quinto, continuación de las reformas iniciadas por los gobiernos anteriores. Las conferencias fracasaron y, si bien detuvieron la posibilidad de guerra, no solucionaron los problemas entre México y Estados Unidos. (Estellé, 1967). En esta dinámica de continuidades y rupturas Carranza envió un telegrama a los representantes del ABC a través de Rafael Zubaran Capmany, con fecha del 20 de junio de 1914 donde les comunicó: Señores Embajador del Brasil, D. De Gama; Ministro de la Argentina, R. S. Naon y Ministro de Chile, E. Suárez Múgica. [?] Pretenden ustedes, señores discutir nuestros asuntos internos, tales como la cesación de las hostilidades y movimientos militares, entre el usurpador Huertas y el Ejército Constitucionalista [?], la cuestión agraria; la designación del Presidente Provisional de esta República, y otras más. [?] Además, señores, me permito, con la debida atención, expresarles que estos actos resultan de no muy buenos oficios, sino de mediación, de arbitraje y hasta de intervención, que nosotros no habríamos aceptado. Por estas causas estamos convencidos de que las conferencias del Niágara no tendrán el resultado de que ellas esperábamos las partes interesadas y las naciones extranjeras". (Isidro, 1974, pp. 138-140). Esta posición se tornó más intransigente, en particular cuando la División Norte del ejército constitucionalista ocupó Zacatecas, precipitando la renuncia de Huertas; lo sucedió en la presidencia Francisco Carvajal, en esta situación Carranza no estaba dispuesto a negociar, por tanto, le comunicó a Wilson y a los gobiernos mediadores de Argentina, Chile y Brasil que sólo aceptaría la renuncia incondicional de Carvajal. (Yankelevich, 2007). Las conferencias no tuvieron los resultados que esperaban los intermediarios del ABC por lo que ambicionaron una nueva conferencia. La reunión plenaria se formalizó el 24 de junio de 1914, en donde, previa información de que el proceso mediador continuaba, se firmaron los acuerdos alcanzados hasta esos momentos. Estos hacían referencia en sus aspectos primordiales: la renuncia de Huertas para formar un gobierno provisional, elecciones libres, sé otorgaría una amnistía general y se arbitraría para solucionar las quejas de los extranjeros. Estados Unidos no requeriría ninguna indemnización y se comprometía a reconocer el nuevo gobierno en conjunto con el ABC. (Del Pilar, 1998). Días después, el licenciado Zubaran Capmany, a través de un mensaje a Carranza, le notificó lo que les había comunicado a los plenipotenciarios del ABC de no celebrar ninguna conferencia de avenimiento con el régimen de Huertas: Para el Ejército Constitucionalista el llamado gobierno del general Huerta constituye una violación permanente y continua de las Leyes Constitucionales mexicanas, que debe cesár, por la sumisión de los responsables a la ley; y lo cual equivale a decir que el único medio legítimo que existe para hacer cesar la lucha actual en México, y por lo tanto, el único que el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista podría aceptar, es la rendición incondicional. (Isidro, 1974, pp. 175-178). Fue esta mediación en las Conferencias del Niagara Falls, las que sentaron un precedente en las relaciones diplomáticas internacionales sudamericanas, pues brindó la posibilidad de un avance importante en el convenio del siguiente año y contribuyó en la renuncia de Huertas, y por supuesto, en la salida de tropas norteamericanas del territorio México. V. # Algunas Consideraciones Finales Los gobiernos impulsaban a principios del siglo XX la idea que el mayor poderío naval y prestigio militar era muestra contundente de seguridad del Estado, y por ende de superioridad cultural. Esta mentalidad se evidenció en la carrera armamentista que se desarrolló en Sudamérica, específicamente, en Argentina, Brasil y Chile. Esto ocasionó tensión, las cuales no solo están correlacionadas con la parte belicista, sino también con sus intereses comerciales, territoriales y estratégicos. Brasil tenía relaciones cordiales con su mayor aliado comercial, Estados Unidos, esto conllevó al distanciamiento con los países sudamericanos, su cercanía con el país del norte se demostró con la denominada coalición no escrita donde el gobierno brasileño reconoció la influencia norteamericana en la región con el fin de contar con su beneplácito en sus pretensiones de líder subregional. Argentina ambicionó contrarrestar esta política comprando cruceros e implementó una modernización en sus Fuerzas Armadas que le permitió influir políticamente en la subregión. Chile preocupado por la situación consiguió un préstamo para comprar armas y buques para equilibrar la carrera armamentista que se estaba viviendo en esta parte del continente. Contrariamente a lo que se podría pensar estas tensiones, mejoraron las relaciones diplomáticas entre Argentina y Chile, conllevando a un acuerdo directo con respecto al litigio en los territorios de la Puna de Atacama, pero este acercamiento fue exiguo debido a los incidentes fronterizos hicieron considerar que una guerra estaba cerca. Los créditos contraídos habían superado la capacidad financiera de estos países y llevaron a los denominados Pactos de Mayo. El presidente argentino Julio A. Roca intentó presionar con su carrera armamentista a Brasil, al tiempo que buscó construir vínculos más cercanos luego de los problemas fronterizos y de las secuelas de la Guerra del Paraguay. Estas aproximaciones permitieron que el cuerpo diplomático de Brasil y Argentina trabajaran en conjunto y contribuyeran con el acuerdo de paz conoció como el Pacto de Pilcomayo. Brasil, por su parte, inició una carrera armamentista, ocasionando tensiones con Argentina, las cuales se profundizaron por el episodio del telegrama y el convenio preferencial tarifario que la administración brasileña le concedió al trigo estadunidense en su mercado interno. Al mismo tiempo se interesó en establecer unas relaciones cordiales con su vecino Chile, para demostrarlo defendió los intereses chilenos ante la posibilidad de una indemnización económica por el caso Alsop & Co., empresa norteamericana. Las relaciones subregionales entre Argentina y Brasil mejoraron con la llegada al poder presidencial en argentina de Roque Sáenz Peña, que con su visión internacional impulsó un entendimiento para crear un bloque que se opusiera a la expansión de los Estados Unidos y tratar de frenar la carrera belicista brasilera. Opuesta a la intención de Argentina de consolidar un bloque defensivo contra la política absorbente del país del norte Brasil mantuvo sus buenas relaciones diplomáticas y comerciales, pues sus economías aunque disímiles las unía el café. Estos acercamientos de las naciones de Sudamérica condujeron a que sus embajadores intervinieran en el conflicto entre México y Estados Unidos, mediación que sentó las bases para el pacto del ABC, pero los intereses geopolíticos y la posición interna de diputados ocasionó que solo Brasil ratificara el acuerdo. Las relaciones trinacionales tranquilizaron las tensiones subregionales y permitieron concretar convenios respecto a la carrera armamentista. Punto sobresaliente de ese mejoramiento se evidenció en las El 25 de mayo de 1915 se decidió aprovechar esta concordia para que los cancilleres de Argentina, José Luis Marature, de Brasil Lauro Muller y de Chile Alejandro Lira firmaran el tratado de Pacto de No Agresión, Consulta y Arbitraje, el cual es conocido como el ABC, constituyéndose en un mecanismo permanente y automático para resolver las posibles disidencias, es decir, buscó obligar a los miembros suscritos la solución pacífica de los conflictos. También estableció que los inconvenientes que no se pudieran solucionar entre los firmantes por los canales diplomáticos debían ser sometidos por una comisión permanente con sede en Montevideo, Uruguay. El pacto únicamente fue ratificado por Brasil, debido a que en Argentina fue rechazado por el congreso y en Chile lo había pensado como un instrumento y herramienta para lograr protagonismo subregional y revertir su posición frente a los ascendentes poderes brasileros y argentinos. (Morales, 2008). Una Aproximación A Las Tensiones De Argentina, Brasil Y Chile Antes Del PactoABC, 1902-1915William Alfonso Roa BarrazaResumen-En las últimas décadas del siglo XXI se volviórecurrente en Latinoamérica realizar estudios que abordentemas referidos a la conformación de unidades políticas yeconómicas, en otras palabras, de integración subregional.Posiblemente como consecuencia de los convenioscomerciales, estratégicos, económicos y políticos deMERCONORTE, MERCOSUR y UNASUR. Esta visiónintegracionista ha dado lugar a numerosas iniciativas yproyectos, cada uno de ellos con sus propiaspreocupaciones, realidades y contextos. El propósito centralde este trabajo es mostrar acercamientos, encuentros,distanciamientos, desavenencias y desencuentros entreArgentina, Brasil y Chile antes del denominado Pacto de ABCde 1915. [?] la zona sur del continente americano se transformó en un campo magnético, cuyos polos eran Río de Janeiro y Buenos Aires, Zeballos y Río Branco. Bolivia y Paraguay se aproximaron a la Argentina y, en virtud del convenio Pinillas-Soler, pidieron la mediación del presidente Figueroa Alcorta en su secular litigio fronterizo, lo que incomodó a Río Branco.(Rosendo, 1994, p. 39). * Historia General de América Latina WAlsaldi Los proyectos nacionales latinoamericano: Sus instrumentos y articulación 1870-1930 Latina EAyalaEn Mora 2008 7 El imperialismo en América * El Barón de Río Branco y el primer A.B.C latinoamericano JBaraibar abril de 2004. Mensaje en un blog. Recuperado el 5 de marzo de 2021 de * O Barão do Rio Branco no Itamaraty, 1902-1912 CBueno Revista Brasileira de Política Internacional 55 2 2012 Recuperado 10 diciembre de 2020 de * Panamericanismo y bloques regionales. La mediación ABC en el conflicto Mexicano-Estadounidense DDel Pilar Revista Anos 90 10 1998 * Las Conferencias del Niagara Falls. 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