# Introduction eleyo Paterculo empezó a preservar para la posteridad los escritos de Cicerón, quien forjó una autoridad retórica antes de su trágica muerte. Cicerón logró abarcar tanto la autoridad pedagógica como la política, gracias a la virtud moral de la autoevaluación. Quintiliano se basó en los discursos preservados de Cicerón para instruir a los aprendices de abogado, ya que hablar bien mejora el aspecto político y el saber persuadir se relaciona con la cultura de la élite aristocrática. Además, el sistema educativo influyó en la transmisión y selección textual. Cicero and Roman Education es un libro que describe el proceso de recepción y de estandarización de los discursos ciceronianos. # II. Release of the Ciceronian Speeches El primer capítulo (pp. 16-53) se titula Cicero Presents Himself: Writing, Revision and Publication of the Speeches. La Boa trata la composición, la redacción, la edición, la memorización y, en público o en privado, la presentación de los discursos de Cicerón. Durante el periodo preimperial, el erudito, en este caso, el orador, escribía sus ideas, con el fin de preservar su identidad en un canon literario que se originó en Grecia. El autor que mantuviera el equilibrio entre hablar bien y escribir bien lograba una aceptación más o menos aceptable ante la crítica social. El impacto de los textos se probaba tanto en colectivos como en el Foro romano. Cicerón, antes y después de su exilio, socializaba sus discursos con su compañero, Ático, con el fin de mantener una imagen intachable. Cicerón fue su primer editor y Ático, el segundo. El mismo rétor fue compositor, escritor, editor, filólogo y presentador de sus propias obras. Cuanto mayor fuera el esfuerzo del autor, mayor sería su prestigio. Quintiliano prefería que los escritos fueran más entendibles que rebuscados por su léxico técnico. Gracias a las redacciones griegas, áticas y alejandrinas, el colectivo editorial de Cicerón se preocupó de la retractatio y de la emendatio por cuestiones culturales, políticas y pedagógicas. A partir de la página 44 del libro, me parece que se concentra un argumento innovador: Ático fue el Aristarco de los textos ciceronianos ("a private editor with publishing industry"). Al parecer conocemos su epíteto. El público buscaba la autenticidad de las obras. En dicha casa editorial, sin embargo, los trabajadores cometían errores de trascripción. Los textos inéditos salieron a la luz sin el consentimiento del autor. Las obras póstumas emulaban la ficción y las figuras características del autor. Los discursos ciceronianos aún seguían en circulación durante el periodo del imperio grecorromano. Por lo anterior, la crítica textual y literaria continuó hasta nuestros días. En este capítulo primero, el nombre de Veleyo Paterculo no parece relevante, como fue anunciado en la Introducción de este libro. # III. # Reproduction of the Cicero's Speeches El segundo capítulo (pp. 55-99) lleva el título Beyond the Author: Cicero's Speeches from Publication to the Medieval Manuscripts. Gracias a la diligencia de Estatilio Máximo, cónsul en el 144, la edición y la divulgación de los discursos ciceronianos se incrementó durante esa época. Estatilio determinó los textos auténticos (subscriptio). El argumento valioso en este capítulo (p. 55) explica la diferencia entre una copia hecha por clases bajas y un manuscrito, para la clase alta. La élite contrataba técnicos expertos en la elaboración de libros artesanales. Cornelio Nepote no sólo leyó, sino criticó los discursos de Cicerón. Pero un verdadero editor de la obra ciceroniana fue Tirón, quien se distinguió como un literato de prestigio. Frontón y Gelio fueron los filólogos eminentes durante el imperio de los antoninos (archaistic renaissance). Quintiliano buscó las mejores ediciones (boni libri) de Cicerón y rechazó los textos criticados por gramáticos ignorantes (scholarly incompetence). La sistematización hecha por Estatilo de los textos ciceronianos, para determinar los derechos de autor, fue perfeccionada hasta el siglo IV, a principios de la Edad Media. El medioevo recibió en desorden y en pobres condiciones los textos de la era imperial. Scholia Bobiensia y posteriormente las anotaciones y los comentarios de (Pseudo-)Asconio se encargaron de transmitir los discursos ciceronianos tanto por declamación como por escrito, a través de manuscritos y palimsestos, durante del siglo V. Hasta el siglo XII, hubo otra manera de coleccionar las obras antiguas ante importantes pérdidas de algunos papiros fragmentados. Scholia Bobiensia y (Pseudo-)Asconio desarrollaron estrategias escolares de transmisión textual tanto orales como escritas, por ejemplo, la crítica y la interpretación hechas por jóvenes bilingües. Dado que los estudiantes fueron quienes mantuvieron un canon literario, la transmisión clásica se desarrolló conforme a sus necesidades y a sus estándares de educación. # IV. Scholarly Reception of the Cicero's Speeches El capítulo tercero se titula Between Praise and Blame: Ciceronian Scholarship from the Early Empire to Late Antiquity (pp. 100-182). Los escritores de época augusta manifestaron poco interés por la biografía de Cicerón. Quintiliano es el comentador académico de Cicerón por excelencia. Fue un maestro que buscó el uso correcto del latín (latinitas) a través del estudio de las palabras difíciles y obsoletas (singularia), con el fin de otorgar un alto prestigio a las escuelas de oratoria. Al contrario, los pseudógrafos ciceronianos copiaban y manipulaban las ideas, el humor y las frases de Cicerón. Como político, Cicerón buscó una imagen promocional de excelencia. Pero el filósofo Séneca apoyó la campaña anticiceroniana. El exilio de Cicerón fue un tema discutido en las escuelas imperiales. Quintiliano y Veleyo Paterculo revivieron la ética ejemplar de Cicerón. Durante el imperio temprano, el estilo de Cicerón fue alabado y atacado. La declamación tuvo un impacto moralista en la educación de Roma. Durante el imperio grecorromano hubo un sentimiento de decadencia a propósito de los declamadores y los modelos literarios. Quintiliano censura los cánones de Séneca, ya que los considera una amenaza inmoral para el sistema pedagógico de los futuros ciudadanos romanos. Cicerón es un ejemplo a seguir en Oratoria y no, en Filosofía estoica. La imagen histórica de Cicerón quedó oculta por su erudición y pericia en la lengua latina (latinitas). El modelo didáctico que estudia los textos de Cicerón (ciceronian Scholarship) formó la moral de niños y de hombres en el siglo segundo. Los ciudadanos que se expresaron en griego o en latín de manera pura y correcta fueron moralmente buenos. Los discursos de Cicerón conservan un lenguaje propio para los romanos de época imperial. Son modelos de la prosa rítmica. Además, equilibran neologismos y palabras obsoletas. Por lo anterior, les interesan a gramáticos, a rétores, a maestros y a lexicógrafos. Pseudo-Asconio consultó a los primeros comentadores, cuyos manuales de tradición exegética eran empleados en las escuelas de gramática y de retórica. Las notas anónimas y copiadas al margen influyeron en la estandarización de los discursos de Cicerón en el siglo V. Las disputas, discusiones y opiniones orales sobre el léxico o la etimología se conservaron de forma anónima al margen del texto. Los comentarios de Bobbio se preocuparon por identificar los plagios, cuestiones filológicas o de puntuación y comentarios históricos. # V. Schoolteachers Work on Ciceronian Speeches El capítulo final lleva el nombre de Teaching Cicero (pp. 183-317). La historia de la declamación empieza con disputas entre los rétores latinos de la escuela de Plotio Galo. Esas discusiones eran semejantes a las de los certámenes poéticos entre gramáticos. La lectura crítica y elemental (praelectio) de los discursos fue sistematizada por Quintiliano. Las primeras lecciones entre maestro y alumno consistieron en lecturas de comprensión sobre Oratoria y sus modelos de virilidad. Los abogados principiantes aprendían leyendo a Virgilio y a Cicerón durante el imperio tardío. En la escuela de Bobbio, por un lado, se estudió la parte invectiva del discurso del siglo de oro, que combinó violencia y humor, con el fin de enseñar a los jóvenes a ser mejores ciudadanos. Por otro lado, Pseudo-Asconio evaluó las estrategias de defensa en el discurso. La teatralidad al declamar era indispensable en el juicio. Los discursos ciceronianos manifiestan el arte de la ilusión (dissimulatio e ironía). Ambas figuras retóricas caracterizan la expresión ciceroniana para manipular la verdad y las emociones de la audiencia. Se considera lenguaje figurado la expresión con doble sentido (dissimulatio). La alegoría, que significa lo contrario a lo sugerido, se llama también ilusión (illusio). El buen humor de Cicerón junto con dichas figuras constituyó su astutia oratoriae. El sarcasmo (festivas) deja un buen sabor al espectador. Los juegos de palabras y minimizar al adversario les gustaban a los políticos romanos. Quintiliano expone varios ejemplos al presentar un exordio, para llamar la atención y obtener la benevolencia tanto del jurado como de la audiencia. Un poema improvisado a modo de 'apóstrofe' (?????????/aversio) funge como resumen en el exordio. Las licencias retóricas rompen las reglas cuando la razón lo permite. Los comentadores posteriores cuestionaron el léxico urbano y rural de Cicerón. El orador busca la victoria con sus virtudes lingüísticas y gesticulaciones. Cicerón es el mejor (eleganter) en el decir y en el actuar. El buen estilo (decorum) conquista el entusiasmo de la gente. Si el orador adorna su expresión oral con la corporal (sermo corporis), resulta viril, encantador y refinado. Los comentadores de Cicerón alaban sus discursos que equilibran las figuras literarias, las retóricas y las del pensamiento. El buen orador actúa, controla su realidad y modula su discurso. En la página 292, Quintiliano revela el secreto de los oradores: "exaltar las emociones y conmover los sentimientos en su audiencia". La peroración provocaba el llanto piadoso y la misericordia. Pero no debe haber excesos ni escasez de recursos retóricos. Los oradores controlan la narración de los hechos y la realidad de las historias. Los lectores y maestros comentaron cómo se reconstruía el pasado y los hechos narrados por Cicerón. Los jóvenes abogados debían seguir el ejemplo de sus antepasados (mos maiorum). El discurso es por naturaleza histórico. Combina la realidad con la ficción. De hecho, la Historia no fue una disciplina, puesto que se acompañó de otros oficios narrativos. Los discursos combinaron la realidad de los hechos con narraciones míticas, dramáticas o manipuladas por el orador. El recurso de comparar experiencias personales y mitos fue enseñado por los maestros de retórica para lograr persuadir. Cicerón dejó un legado ejemplar a los pupilos al ser buen orador y político bueno. VI. Teaching Cicero's Political Fame VII. # Conclusion La Bua termina indexando los temas importantes (pp. 318-337). Primero menciona que Cicerón dedicó su obra a su hijo, Marco, y a las generaciones futuras. Hoy conservamos una imagen abstracta de Cicerón, que sobrevivió a sus adversarios. Una nueva leyenda de Cicerón aparece para quedarse en época imperial. El Cicerón que leemos hoy fue recolectado, reinterpretado y transmitido por maestros y estudiantes de diferentes épocas. El primer subtítulo de la conclusión es Publication, Text and Emendatio. Trata el primer capítulo a propósito de la composición del corpus ciceroniano. Cicerón quiso conservar el ideal de un buen hombre que habla bien. Su colectivo de editores promovió su imagen de literato y de político. Se intentó transmitir su obra y su interpretación en el acto. Cicerón reelaboró sus performances para restaurar su imagen en el exilio. El segundo subtítulo es Oratory and School Canon. La memoria del orador se transmitió casi intacta gracias a sus colegas. Las copias de Cicerón pasaron de Ático, Nepote y Tirón a las verificaciones de autoridad de los siguientes editores del imperio grecorromano. Las obras certificadas por filólogos tenían un fin pedagógico. El canon de las obras ciceronianas, que incluyen los discursos en el exilio, fue sistematizado por los comentarios de Bobbio y de (Pseudo-)Asconio en el siglo cuarto. La élite medieval aprendió con dicho corpus de Cicerón. El tercer subtítulo se llama Politics, Oratory and Morality. La tiranía de Antonio hizo mala fama al heroísmo liberador de Cicerón. El imperio temprano enseñó en latín, al mismo tiempo que consideró que Cicerón murió como patriota. Tuvo una actitud decadente del lenguaje. De ahí se crea una corriente didáctica que podría ser neo-ciceronianismo. El cuarto subtítulo es Education and Latinitas. Las obras con buen estilo se retomaron en la enseñanza, por ejemplo, Quintiliano estudia a Cicerón, con el objeto de lograr un lenguaje correcto y puro (latinitas). La decadencia de los sistemas tradicionales fue tratada por Gelio. Estatilio Máximo consultó lexicógrafos ante anomalías lingüísticas de Cicerón. El estudio de la lengua a través de los textos ha continuado hasta ahora. El quinto subtítulo se llama Textual Criticism, Ancient Scholarship and the Art of Commentary. Los comentaristas colectaron un corpus de Cicerón distinto al original, a pesar de los adversarios y de la crisis política entre imperialistas y republicanos. Se estudian ahora también los comentarios añadidos en la obra. El último subtema es Illusion, Irony and Practical Oratory. En Roma, el objetivo pedagógico del maestro de Oratoria consistió en formar ciudadanos de élite. Quintiliano describió la estrategia de Cicerón como el arte de la ilusión. Pseudo-Asconio y los comentarios de Bobbio ilustran la estrategia política que defendió la imagen de Cicerón. Los comentaristas coinciden en que Cicerón fue experto en la humillación social. Las virtudes de Cicerón fueron: ironía, elegancia, manipulación de la historia y prosa rítmica. Las traducciones del latín al inglés provienen del mismo autor o de otros expertos. Las fuentes de información resultan claras. Este volumen aclara cómo cualquier joven de la élite romana tuvo oportunidad de imitar a Cicerón. Las secciones finales del libro son: bibliografía (pp. 338-383), Índice general (384-387) e índice de lugares (388-394). * Cicero and Roman education: the reception of the speeches and ancient scholarship LaBua Giuseppe 2019 Cambridge University Press